Hazte esta prueba: ¿cuántas ideas de este artículo crees que captarás al leerlo una vez? ¿Casi todas? ¿Dos tercios? ¿La mitad?
Al final, prueba de apuntar los conceptos principales, sin mirar el texto. Luego, léelo otra vez, añadiendo ideas a tu lista y corrigiendo las que has entendido mejor la segunda vez.
Creo que si eres el tipo de persona que leería un artículo así, los resultados no te van a decepcionar. Pero, ¿a qué proporción de la humanidad representas?
La comprensión de lectura es una parte importante de casi todos los exámenes de idiomas. Al preparar a los alumnos para afrontarla, muchas veces les enseñamos destrezas que a penas poseen en su lengua materna. Y a veces me pregunto si les preparamos para algo útil.
¿Leemos en la vida real? ¿Quién puede decir que ha leído todas esas parrafadas que aceptamos a diario marcando la eterna casillita? Nuestros representantes en el Congreso ¿han digerido las leyes y propuestas que votan? ¿Cuántas veces has tenido que decir: “¡Si se lo he explicado por escrito, y no ha entendido nada!”?
Los chats lo dicen todo. Abrimos el Whatsapp para enviar un mensaje, pero en vez de escribirlo tocamos el micrófono, soltamos un rollo larguísimo, nos repetimos, perdemos el hilo, y al final tienen que escucharlo un par de veces para aclararse …para decir algo que bastarían quince o veinte palabras de texto que se leería en cinco segundos.
¿Por qué no leemos (y escribimos)? ¿Por falta de tiempo? ¿Por qué es demasiado esfuerzo? ¿Por presión social? ¿Porque nos tienen dicho que no es guay?
No pretendo responder a estas (ni otras) preguntas. Sólo creo que vale la pena la reflexión. Si perdemos la costumbre de la palabra escrita, ¿qué la sustituirá? Digo, con eficacia.
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